lunes, 21 de enero de 2008

Una columna que escribí en 2006

Taquillas animadas

El verano de 2006 se caracterizó por la invasión de películas infantiles. Producciones como Cars consiguieron recaudar hasta 70 millones de dólares en su primer fin de semana de exhibición. Habría que preguntarse si el éxito de estas películas realmente es equiparable con su calidad.

Calidad comprometida

La proliferación de producciones dejó ver tres elementos que comprometen la excelencia fílmica. En primer lugar, hay un excesivo uso de voces de actores famosos. Tan sólo en este año, celebridades como Bruce Willis, Anne Hathaway, Julia Roberts y Meryl Streep prestaron sus voces para las películas infantiles. Las casas productoras recurren a este elemento, confiadas en su atractivo para el público.

De igual forma, la animación se ha convertido en un factor determinante de competencia. Los avances tecnológicos son la mejor arma de los realizadores. Esto se debe a que los efectos visuales son los que llaman la atención de la audiencia en primera instancia. Y en medio de esta guerra de poderes, se deja a un lado el verdadero sustento de una buena película: la trama.

Así, no resulta extraño que cada vez sean menos originales las historias ilustradas en las películas infantiles. Muchas de ellas parecen híbridos formados por películas realizadas anteriormente: Ant Bully toma de Hormiguitaz la compleja vida de los insectos, y la combina con la magia de Querida encogí a los niños.

Otras producciones, como Vecinos Invasores, son adaptaciones a la pantalla grande de publicaciones impresas. Además, encontramos películas que retoman historias clásicas, como Buza Caperuza o Dragones, que es la historia de un “patito feo”. Si bien, el mérito de estas películas radica en la profundidad de sus mensajes, esto se ve opacado por la falta de originalidad en la trama.

El tercer elemento y probablemente el más preocupante, es que el cine infantil se ha convertido en un vehículo de crítica social. Los personajes parecen estereotipos perfectos para ser el blanco de críticas. Un claro ejemplo de esto son los policías que investigan el caso en Buza Caperuza. Su principal característica es el reducido vocabulario que usan, satirizando la ignorancia de la “verdadera policía”.

Pero la crítica a las autoridades no es tan evidente como el ataque a la sociedad consumista. De ser una inocente película de animales, Vecinos invasores se convierte en un duro juez del estilo de vida actual. El consumo de productos innecesarios despierta la curiosidad de los animales, cuyas necesidades se reducen a lo que obtienen del campo.

Todos estos problemas son el resultado de una búsqueda por el aumento en las ventas y la expansión del mercado. La inclusión de referencias de otras películas como Matrix, los chistes políticos y las críticas sociales dejan ver la existencia de nuevos públicos. Este interés por generar mayores ingresos tiene una grave consecuencia: que se pierda de vista el verdadero objetivo de este género, entretener a los niños.

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