lunes, 21 de enero de 2008

Cueste lo que cueste


El trabajo dignifica al hombre. Todo desarrollo laboral debe tener como centro al ser humano. El objetivo real de las empresas es, precisamente, satisfacer sus necesidades. Hoy en día se han desarrollado numerosas estrategias de publicidad y mercadotecnia cuya única finalidad es vender, cueste lo que cueste. Y en este planteamiento, habría que preguntarse: ¿en dónde ha quedado el hombre?

Resulta desconcertante cómo la mentalidad empresarial es cada vez más parecida a la maquiavélica: “El fin justifica los medios”. Pero, ¿qué fin puede ser tan grande como para transformar al hombre en medio? Vender no es la respuesta correcta a esta pregunta. La dignidad humana está por encima de cualquier interés económico, y las empresas no deben pasar esto por alto.

Comúnmente se piensa que la mentalidad humanista no deja remuneraciones económicas. Es así que nos topamos con empresas como Nike, la mayor fabricante de zapatos deportivos. ¿Quién podría imaginarse que detrás de “la palomita” hay una larga cadena de violación a los derechos humanos? Los trabajadores de esta empresa cobran un dólar al día a pesar de ser sometidos físicamente cuando llegan tarde.

Además, los empleados de nueve plantas de producción se ven forzados a trabajar más horas de las que permite la ley, y su trabajo no se ve recompensado con cuidados médicos. Y si esto parece poco, el 85% de los empleados de Nike son mujeres con un promedio de edad menor a los 23 años, que sufren de acoso sexual por parte de los jefes.

Desafortunadamente este no es el único caso en el que el hombre ha quedado olvidado. Otros ejemplos son Mango y Zara, dos empresas españolas dedicadas a la producción de ropa y accesorios. Ciertamente, la mano de obra en la India es mucho más barata que en España, pero eso no justifica la explotación. Este comportamiento empresarial resulta un aprovechamiento injusto de la desigualdad económica india.

Podría pensarse que ahorrar gastos a toda costa es lo que hace exitosas a estas empresas. Sin embargo, hay claros ejemplos que prueban que pensar en el hombre no afecta a la empresa, sino que la ayuda a crecer y favorece el trabajo. Frank Maguire, experto en manejo de empresas, asegura que la mejor arma empresarial es tratar bien a los empleados, pues esto se traduce en cordialidad de los empleados con los clientes.

Maguire no es sólo un asesor empresarial, es también uno de los socios fundadores de Fedex, la cadena de mensajería más grande del mundo. El éxito de esta empresa radica, sin duda, en sus políticas humanistas y en el reconocimiento explícito del trabajo de cada uno de los empleados. Otro ejemplo es AT&T, que con la ayuda de otro humanista, Tom Peters, ha conseguido los primeros lugares en lo que a telefonía se refiere.

Así, queda claro que hablar de hombre y empresa en una sola oración no es imposible. Cada vez son más las compañías que comprueban la eficacia de darle importancia al hombre en las actividades económicas. Aquellas empresas cuyo eje es el dinero deberían estar preocupadas, pues es precisamente el hombre lo que las mantiene vivas. Si se olvidan de él, ¿ qué obligación tendrá la sociedad de recordarlas a ellas? Después de todo, son las empresas las que responden a las necesidades humanas, no el hombre quien responde a las necesidades empresariales.

1 comentario:

Lucho dijo...

Ei que tal.

esta muy interesante tu columna, bueno cuidate

bye...