domingo, 30 de marzo de 2008

Bordertown


Bordertown es una película americana que "pretende" contar la historia de las muertas de Juárez en forma de thriller mezclado con drama.

Eva Jiménez (Maya Zapata) es una chica que fue atacada por los supuestos asesinos de Juárez, pero en un golpe de suerte, logra sobrevivir para contar su historia. Cuando Eva está decidida a hacer justicia, acude a las autoridades mexicanas, sólo para toparse con que quieren mantener oculta su historia para no verse obligados a resolver el problema, y así poder mantener la mentira que han creado, en la que los asesinos ya están tras las rejas.

La única esperanza de Eva es Lauren Adrian (Jennifer Lopez), una reportera que viaja a México para investigar el caso, inicialmente por intereses laborales, aunque después desarrolla un fuerte lazo con Eva y se compromete a tal grado con ella que pone en peligro su propia vida, con tal de cumplir con la promesa que le ha hecho de ayudarla.

¿Suena bien, no? La verdad es que esta película no sólo es mala, es insultante. En primer lugar, el director Gregory Nava muestra una faceta de México que si bien se acerca a la realidad, no es la única que existe, y desgraciadamente demerita en gran medida a las autoridades mexicanas; no trato de decir que son competentes, pero me parece que si van a mostrar la realidad, deben mostrarla completa.

Toda la película, Jennifer López niega sus raíces mexicanas, y habla descaradamente de "los mexicanos que a nadie le importan". Repentinamente, decide que tiene un compromiso con Eva y que salvar a las "pobres mujeres mexicanas" de los temibles asesinos es su obligación primordial; me parece que falta congruencia en la narrativa, si estamos tan olvidados, ¿por qué una super reportera americana se interesaría por nuestro caso? Y que no respondan que por los migrantes en EU, porque son muy discriminados, incluso en la película.

Ahora bien, digo que es necesario mostrar la realidad completa...no logro comprender cómo tratan de mostrar tanto la pobreza como la opulencia mexicana de una forma realista, a la par que muestran a la Border Patrol cuidando a los migrantes que se quedaron en medio de la frontera encerrados en la cajuela de un coche...si los gringos hasta agua y comida les dieron...!Por favor! Si aún con pasaporte y en el aeropuerto, nos catean como si trajéramos 10 armas ilegales en cada pierna. Sobra decir que hay hasta niños asesinados en la frontera, y todos sabemos quiénes fueron los asesinos.

Lo que más me molesta es que la publicidad de la película hace énfasis en la participación de Kate Del Castillo, que sale cinco minutos y tiene el papel más secundario que hay. Pero claro, si los mexicanos no le importan a nadie, ¿quién va a ver una película sobre un crimen cometido en México? Nadie...nadie más que los mexicanos a los que deben dar "identidad" con la participación de una actriz mexicana.

Comprendo que a veces las situaciones tan crudas y perturbadoras se prestan para crear historias hollywoodenses, pero deben mantenerse claros los límites entre ficción y realidad, y ante todo, creo que los afectados deben respetarse como víctimas de una tragedia, y perdón que lo diga pero esta película parece una burla... Jennifer López con raíces mexicanas, hablando español con Antonio Banderas que por cierto, es un reportero "mexicano" en la película, me parece más bien una broma.

Claro está que no tenían muchas opciones con una película tan mala, no imagino las recaudaciones en taquilla si el protagonista hubiera sido un mexicano...aunque pensándolo bien, sólo habrían obtenido lo que merecen: bajos índices de ventas y la negativa americana para transmitir la película en los complejos de cine, confinándola al DVD sin haber visto nunca la luz de las marquesinas.

miércoles, 5 de marzo de 2008

El naufragio del periodismo actual

Más allá de la excelente narración que logra atrapar al lector desde la primera línea hasta el final de la crónica y que seguramente permitió a muchos críticos vislumbrar que Gabriel García Márquez tenía el talento que le hace falta a un reportero para convertirse en un escritor renombrado, El Relato de un Náufrago encierra en sus 173 páginas, mensajes que trascienden a la historia misma y a la temporalidad que normalmente tienen los textos periodísticos.

Destaca, en primer lugar, el hecho de que el periodista contó con la narración del náufrago colombiano después de que ya los medios de comunicación habían saturado al público con la información de su caída accidental del buque tanque Caldas, de la manera en que utilizó su instinto de supervivencia para llegar a tierra después de diez días de estar a la deriva en el océano y de que el pueblo colombiano lo había convertido en un héroe nacional, por el simple hecho de haberlo logrado.

Ante una circunstancia como esa, García Márquez utilizó esos cinco sentidos del periodista a los que se refiere Kapuscinski: estar, ver, oír, compartir y pensar, para hurgar en los recuerdos del náufrago, para descubrir sentimientos e información que pudiera estar en un hecho no sólo pasado sino desgastado y para darle un nuevo sentido, un nuevo contexto a la información.

Y fue así como descubrió ante quienes habían convertido en héroe al náufrago, que el buque llevaba enseres domésticos de contrabando y que el sobrepeso, en una inesperada tempestad, ocasionó que varios integrantes de la tripulación cayeran al mar y sólo uno sobreviviera.

El Relato de un Náufrago es un texto con valor literario y Gabriel García Márquez lo salvó de la muerte a la que está sujeta la información cotidiana gracias a que lo convirtió en un libro. Lo mismo hicieron muchos periodistas que se sintieron orgullosos de serlo y que consideraron su oficio como esa profesión de respeto y dignidad de la que habla también Kapuscinski. Ignacio Manuel Altamirano, José Vasconcelos, Ernest Hemingway, Leon Tolstoi, Miguel de Unamuno, entre ellos.

Obra de lectura obligada en las escuelas de comunicación, el relato de ese náufrago que viajó a la deriva y fue considerado un héroe y después despreciado y olvidado, ofrece a los periodistas de hoy muchos motivos de reflexión. 

Hubo quienes en otros tiempos describieron al periodismo como la prostituta de la literatura. Sin embargo, es un hecho que hace 50 años se veía de manera muy diferente a como se percibe hoy y la transformación que ha tenido en los últimos 20 años ha sido tremenda. 

Valdría la pena preguntarse si el relato de un náufrago tendría cabido en el mundo periodístico de hoy, cuando la mayoría de los profesionales de los medios escritos prefieren ganar la información a cualquier precio, antes que tomarse el tiempo de decodificarla, de enriquecerla, de corroborarla.

Dicen los especialistas de la Universidad de Navarra que el trato urgente y sin análisis que se da a la información hoy podría equipararse a la comida que se sirviera cruda y sin sazonar, en lugar de tomarse el tiempo de aderezar el platillo para que los comensales lo ingirieran con gusto y de manera higiénica.

Recurro una vez más a Kapuscinski: En el plano personal pienso que la teoría llamada objetividad produce textos fríos, muertos, que no convencen a nadie. Yo soy partidaria de escribir con pasión. Cuanta más emoción, mejor para el lector. No tengo dudas sobre esto: los mejores textos periodísticos han sido escritos con pasión, transmiten que uno está verdaderamente vinculado y metido en el asunto del que escribe. Es el caso, indudablemente, de ese relato de un náufrago que hizo Gabriel García Márquez hace ya 14 años y que ha trascendido al tiempo y a su propio contexto.