miércoles, 5 de marzo de 2008

El naufragio del periodismo actual

Más allá de la excelente narración que logra atrapar al lector desde la primera línea hasta el final de la crónica y que seguramente permitió a muchos críticos vislumbrar que Gabriel García Márquez tenía el talento que le hace falta a un reportero para convertirse en un escritor renombrado, El Relato de un Náufrago encierra en sus 173 páginas, mensajes que trascienden a la historia misma y a la temporalidad que normalmente tienen los textos periodísticos.

Destaca, en primer lugar, el hecho de que el periodista contó con la narración del náufrago colombiano después de que ya los medios de comunicación habían saturado al público con la información de su caída accidental del buque tanque Caldas, de la manera en que utilizó su instinto de supervivencia para llegar a tierra después de diez días de estar a la deriva en el océano y de que el pueblo colombiano lo había convertido en un héroe nacional, por el simple hecho de haberlo logrado.

Ante una circunstancia como esa, García Márquez utilizó esos cinco sentidos del periodista a los que se refiere Kapuscinski: estar, ver, oír, compartir y pensar, para hurgar en los recuerdos del náufrago, para descubrir sentimientos e información que pudiera estar en un hecho no sólo pasado sino desgastado y para darle un nuevo sentido, un nuevo contexto a la información.

Y fue así como descubrió ante quienes habían convertido en héroe al náufrago, que el buque llevaba enseres domésticos de contrabando y que el sobrepeso, en una inesperada tempestad, ocasionó que varios integrantes de la tripulación cayeran al mar y sólo uno sobreviviera.

El Relato de un Náufrago es un texto con valor literario y Gabriel García Márquez lo salvó de la muerte a la que está sujeta la información cotidiana gracias a que lo convirtió en un libro. Lo mismo hicieron muchos periodistas que se sintieron orgullosos de serlo y que consideraron su oficio como esa profesión de respeto y dignidad de la que habla también Kapuscinski. Ignacio Manuel Altamirano, José Vasconcelos, Ernest Hemingway, Leon Tolstoi, Miguel de Unamuno, entre ellos.

Obra de lectura obligada en las escuelas de comunicación, el relato de ese náufrago que viajó a la deriva y fue considerado un héroe y después despreciado y olvidado, ofrece a los periodistas de hoy muchos motivos de reflexión. 

Hubo quienes en otros tiempos describieron al periodismo como la prostituta de la literatura. Sin embargo, es un hecho que hace 50 años se veía de manera muy diferente a como se percibe hoy y la transformación que ha tenido en los últimos 20 años ha sido tremenda. 

Valdría la pena preguntarse si el relato de un náufrago tendría cabido en el mundo periodístico de hoy, cuando la mayoría de los profesionales de los medios escritos prefieren ganar la información a cualquier precio, antes que tomarse el tiempo de decodificarla, de enriquecerla, de corroborarla.

Dicen los especialistas de la Universidad de Navarra que el trato urgente y sin análisis que se da a la información hoy podría equipararse a la comida que se sirviera cruda y sin sazonar, en lugar de tomarse el tiempo de aderezar el platillo para que los comensales lo ingirieran con gusto y de manera higiénica.

Recurro una vez más a Kapuscinski: En el plano personal pienso que la teoría llamada objetividad produce textos fríos, muertos, que no convencen a nadie. Yo soy partidaria de escribir con pasión. Cuanta más emoción, mejor para el lector. No tengo dudas sobre esto: los mejores textos periodísticos han sido escritos con pasión, transmiten que uno está verdaderamente vinculado y metido en el asunto del que escribe. Es el caso, indudablemente, de ese relato de un náufrago que hizo Gabriel García Márquez hace ya 14 años y que ha trascendido al tiempo y a su propio contexto.

1 comentario:

Ivan Sierra dijo...

Hola Gaby, no sabía nada del trabajo periodístico de Gabriel G. M.(que inculto soy), tampoco he leído la novela del náufrago :(
Pero que chido que tengas ese respeto por la verdad y aplaudo mucho que escribas con pasión.
Espero que llegues lejos muy lejos...para que ya no me molestes jajajaja.